En esta ocasión hablamos de:
Ser más feo que Picio. En cuanto a este dicho hay diferentes versiones. La más extendida hace referencia a un granadino llamado Picio, que tras recibir una noticia que le sorprendió sobremanera (dependiendo de a quién le preguntes la noticia fue su condena a muerte, o bien su absolución) que se le cayó todo el pelo y se le llenó la cara de granos y pústulas. Así que el pobre Picio no debía de ser muy atractivo.
Salvarse por un pelo, no se refiere a salvarse por tan poco como es el grosor de un pelo, si no que ésta expresión viene de la práctica que tenían los marineros de dejarse el pelo largo. Esta costumbre se debía a que si caían al agua, el pelo largo flotaba y era más fácil de agarrar, evitando que se ahogaran.
El que se fue a Sevilla, perdió su silla. Esta es una frase que muchos hemos usado de pequeños, burlándonos al quitarle la silla a alguien. Su origen se sitúa hacia el siglo XV. En aquel entonces, se produjo un enfrentamiento entre dos arzobispos, Alfonso de Fonseca, el Viejo y Alfonso de Fonseca, el Mozo; que eran tío y sobrino.
Al sobrino lo nombraron arzobispo en Galicia y como la situación era inestable en ese territorio, pidió ayuda a su tío. Así pues, Alfonso de Fonseca, el Viejo dejó su puesto de arzobispo en Sevilla a cargo de su sobrino, para ir él a Galicia. Como ya podemos suponer, cuando el tío quiso volver a su puesto, en Sevilla, el sobrino se negó en rotundo a devolverle su puesto.
En un principio el dicho habría empezado siendo "Quien se fue de Sevilla, perdió su silla", pero a lo largo del tiempo ha ido sufriendo modificaciones llegando a ser lo que hoy usamos: "Quien se fue a Sevilla, perdió su silla".
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