Sin embargo, las cosas se torcieron para ambos países, que vieron como sus armadas, lejos de ser invencibles, protagonizaron un episodio catastrófico, en el que, queriendo aprovechar la tormenta para sorprender al enemigo, la tormenta les sorprendió a ellos, quedando un cuarto de la flota española en el fondo del mar. Aunque según los ingleses, fueron más de la mitad.
La armada contaba con 127 barcos, que salieron desde Portugal, de los cuales, 122 llegaron a Inglaterra. Alonso Pérez de Guzmán, un hombre con poca experiencia en el mundo naval, fue el encargado de dirigir la armada tras morir Alvaro Bazán, Marqués de Santa Cruz, el gran estratega y marino de la historia de España.
Alonso fue el ejecutor de una terrible decisión. Supuestamente, Guzmán quiso aprovechar el día de tormenta para atacar por sorpresa. No obstante, el clima fue más fuerte que los barcos y una cuarta parte de la flota quedo para siempre en el fondo del mar.
Inglaterra quiso aprovechar esto y preparó su propia invencible, más potente que la española, no obstante, sus barcos fueron derrotados también y corrieron la misma suerte, devolviendo el Statu Quo anterior.
Aquí una frase de Felipe II al regreso de la armada:
«Yo envié a mis naves a pelear contra los hombres, no contra los elementos»
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